A menudo nos encontramos con niños que se pasan su infancia en el dentista con síntomas frecuentes como:
Desde una mirada osteopática, síntomas como estos y muchos mas a menudo son el efecto de un cráneo lleno de tensiones que impiden la buena irrigación sanguínea, estando los fluidos y la sangre del cráneo en un desequilibrio circulatorio que tarde o temprano se expresan en dolores, infecciones frecuentes, e incluso tarde o temprano en malformaciones. Por supuesto que debemos ir al dentista para que nos ayude con toda esta sintomatología, pero muchas veces no es suficiente puesto que lo que estamos viendo en nuestro niño es el efecto de una estructura y anatomía craneal llena de tensiones que repercuten sobre la irrigación sanguínea y nerviosa. Repercutiendo en la forma de su cráneo, su paladar y la irrigación. Un cráneo que tiene tensiones que pueden comprimir los nervios, sobretodo el trigémino, y alterar su retorno venoso, especialmente tensiones en la parte posterior de su cráneo. Además, si ampliamos la mirada desde un punto de vista osteopático, tensiones digestivas que hacen que nuestro hijo respire por la boca frecuentemente, e incluso en su columna vertebral y sacro. Somos un todo, y tensiones en otras partes del cuerpo pueden estar manteniendo todas la tensiones que encontramos en el cráneo de nuestro hijo.
La pregunta que viene es, ¿por qué mi hijo tiene todas estas tensiones?
Y es que a menudo nos olvidamos de todo lo que paso mi hijo durante el embarazo, el parto y sus primeros años de infancias.
Como osteópata tengo en cuenta todo esto y con mis manos trato de encontrar tensiones y falta de movilidad craneal que repercuten sobre la sintomatología dentaria en mi hijo.
Claro que el dentista es el primer profesional al que debemos visitar, pero la ayuda del osteópata liberando tensiones en la anatomía craneal de nuestro hijo puede ser de una gran ayuda para el trabajo que el dentista realiza en la salud de nuestro hijo.
Franki Rocher
Osteópata D.O